somos tu radio, somos tu voz

    T.V   -  WEB    LA VOIX DE SION

 María Lejárraga

“Tengo, puedo afirmar, casi de nacimiento, vocación de propagandista, quiero decir que me gusta apasionadamente aprender y que en cuento he logrado saber algo, no me deja vivir tranquila mi deseo de comunicar lo que sé a los que ignoran”

En la trayectoria vital y profesional de María Lejárraga existen varias etapas: empezó como maestra, siguió como escritora y editora y, desde 1931, se incorporó a la vida pública a través del asociacionismo y de la participación en política.

Su etapa de escritora y editora es muy interesante y fructífera, tuvo que pasar mucho tiempo para que se le reconocieran su autoría de las obras firmadas como “Gregorio Martínez Sierra”, se ha debatido sobre por qué aceptó esta situación, defendiendo distintas posturas, pero aquí nos centraremos en reivindicar su labor como maestra y su figura como una de las máximas representantes del feminismo español.

María de la O Lejárraga nació en San Millán de la Cogolla en 1874, pronto toda la familia se traslada a Madrid al entonces municipio de Carabanchel, donde su padre ejercía como médico. Tanto su padre como su madre se preocuparon de buscar la mejor educación tanto para sus hijos como para sus hijas, lo que lleva a María a matricularse en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, cuna del primer feminismo español, en sus aulas entra en contacto con las ideas vanguardistas de la Institución Libre de Enseñanza.

Terminó sus estudios de Comercio en 1891, convirtiéndose en profesora de inglés para la Escuela de Institutrices y Comercio.

Tras obtener este título estudió en la Escuela Normal Central de Maestras de Madrid, siendo todavía estudiante acude al Congreso Pedagógico Hispano – Americano celebrado en el Ateneo de Madrid en 1892, donde entra en contacto y apoya los postulados educativos más avanzados y feministas de Doña Emilia Pardo Bazán.

María ejerció como maestra entre 1897 y 1907, toda su vida se sintió como tal y su deseo de enseñar era igual que el de seguir aprendiendo. Su experiencia en la escuela pública la puso en contacto con la pobreza del país y con las ideas del socialismo, que ya había conocido en 1905 en un viaje a Bélgica en el que disfrutó de una beca que le permitió conocer los sistemas educativos que se desarrollaban en sus escuelas, y donde María se quedó gratamente impresionada por la labor de las Casas del Pueblo, lugares de encuentro que servían para la charla y el debate, y sobre todo para elevar el nivel cultural de los más desfavorecidos.

El cambio del siglo nos descubre a una María Lejárraga cada vez más convencida de la necesidad de actuar, de adquirir un compromiso público para poder expresarse, para luchar por la plena igualdad legal entre hombres y mujeres y por el derecho al voto femenino, lo que hará a través del asociacionismo, tanto en el Partido Socialista Obrero Español como en diversas asociaciones femeninas.

Participó entre otras en el Lyceum Club, fundado por María de Maeztu, con un grupo que se reunía en la Residencia de Señoritas y del que formaba parte María Lejárraga, que llegó a dirigir su biblioteca, entre sus principales objetivos estaba la promoción de la lucha de los derechos de la mujer y su defensa, junto al desarrollo cultural.
Por sus salas de conferencias pasaron alguna de las figuras más importantes de la época.

Con el paso del tiempo su cada vez mayor conciencia social y política y su acercamiento al Partido Socialista hace que no le satisfaga la evolución del Lyceum, consideraba que se había convertido en un club elitista, eran los inicios de la Segunda República.

María, junto a otras mujeres como Clara Campoamor, se involucra en muchas iniciativas que defendían el derecho al sufragio de la mujer y la igualdad entre los sexos, en esa época funda la Asociación Femenina de Educación Cívica “La Cívica”.

Comenzaron sus actividades en los locales de la Escuela Superior de Magisterio en marzo de 1932, su objetivo era crear un espacio donde las mujeres participantes en sus reuniones se concienciaran de su papel en los movimientos en defensa de sus derechos y de toda la sociedad en general, además de ser un espacio para actividades culturales.

En 1933 salió elegida diputada por Granada al Congreso de la II República, en las primeras elecciones que contaron con la participación de las mujeres. Sus ideas y actividades le valieron el exilio durante la Guerra Civil, marchó a Francia, después a Nueva York donde tuvo gran actividad en la prensa y en la radio.

Vivió en México y Argentina, donde escribió sus memorias “Gregorio y yo”, y “Una mujer por caminos de España”, estos dos libros forman las memorias autobiográficas de la que fue una gran escritora, una intelectual comprometida con las mujeres de España y con la España Republicana, que vivió como una parte de España el exilio forzado, la añoranza y el olvido de su obra, es el momento de romper ese olvido.


Share by: